Weezer: El rédito de la democracia Viernes, 20 de Noviembre de 2009 A primera vista, muchos podrían pensar que Rivers Cuomo se volvió loco. Y es que para entrar a comprender la vuelta de tuerca que el otrora geek tirano ha demostrado con “Raditude”, su séptimo experimento con Weezer, no vale la pena ni siquiera apelar a una pizca de lógica. Cada vez más distante de la forma de operar de sus piezas pasadas, el ideólogo principal de los nerd-rockers angelinos aflora con una osadía que muchos hallaban perdida en el baúl de los recuerdos noventeros. En los últimos dos años, Rivers Cuomo brindó los golpes de timón necesarios para quebrantar cualquier libreto continuista. Lo primero fue la huída consumada de esa dictadura artística, tan plausible hasta “Make Believe” (2005) y completamente revocada (por convicción propia) en el álbum rojo, tras la participación de los otros miembros de la formación (Bell, Shriner, Wilson). Los resultados fueron bastante positivos, pese a no facturar cifras vistosas, el listado de canciones apuntó, al menos, al ideario planificado: incursiones de mayor riesgo y bastante menos lumínicas que lo ofrecido en intentos antecesores. De esas mismas sesiones, gracias a las intervenciones en canciones como “Pork and Beans”, se logró construir un fuerte lazo entre Cuomo y Jacknife Lee (U2, R.E.M), afamado productor que compartió labores con otro titán en las teclas, Rick Rubin, para el disco rojo. A finales de 2008, Pat Wilson (baterista), aparte de asumir la rapidez con que sacarían un nuevo largo, garantizó que toda la formación mantendría la participación casi equitativa en composición. Sin perder el tiempo en corroboraciones innecesarias, “Raditude” oferta una atronadora cantidad de pasta para intentar situar, en un plano medio, la alabanza y el desconcierto. En reiteradas oportunidades, Cuomo reconoció lo difícil que podría resultarle a un escucha de “Pinkerton” este trabajo, principalmente por la nómina de colaboradores ligados a la atmósfera de la industria del pop y el hip hop. Y vaya que los anticuerpos de la plebe rockera podrían ser justificados con tamaña lista de asesores: Dr. Luke (Kelly Clarkson), Butch Walker (Avril Lavigne) y el docto en hip hop tras las perillas, Jemaine Dupri. Como si las suspicacias generales no fueran suficientes, bastó que saliera a la red el primer sencillo, “(If You”re Wondering If I Want You To) I Want You To” para que los disparos vinieran de todas partes. Incluso, en algunos espacios más talibanes reventaron el single calificándolo como un tema que perfectamente podría ingresar al set de Jonas Brothers. Inspirado en un idea otorgada por el popular actor norteamericano, Rainn Wilson (The Office), “Raditude” desarrolla la ebullición de un planteamiento que pone a la diversión por sobre arrebatos personales y duras reflexiones. Cuomo defiende la reciente creación y los puentes líricos que la componen. “Si van a querer oír dictados que develen extractos de mi vida, difícilmente enganchen con este grupo de canciones. No hay muchos testimonios literales, todo es fantasía. Amo la música pop, así que creo que hacer esto es bastante genuino y atractivo”. Rememorando esa huella más introspectiva que definió el primer triplete de elepés del grupo, cuesta familiarizarse con sencillez ante los flamantes bocados de Cuomo y sus secuaces. Más aún con cameos como el aportado por el rapero Lil Wayne para “Can”t Stop Partying”, uno de los pasajes hilarantes de “Raditude”. Rivers no esconde su fascinación por la pieza. “Debe ser mi momento favorito del álbum. Fue una vivencia épica entre Jermaine Dupri, Polow Da Don y yo. No pude estar en el estudio cuando fue Wayne, pero quedé loco cuando escuché sus pistas, es un tipo muy talentoso. Lo elegimos porque, a diferencia de muchos de sus pares, no trata de actuar como ghetto, gangsta o intelectual, todo le sale de manera natural”. La devoción del ícono del nerdy rock por Lil comenzó cuando, al indagar respecto a su recorrido, descubrió la afición del rapero por las Tortugas Ninjas (legado que Wayne prosperó con claridad en el tema “Kush” de su catálogo). “Aunque todos los raperos intentan ser tipos duros -dice Cuomo-, hay gente como él que no esconde sus aficiones de niño y las enfoca en la música con una inventiva sobresaliente. Sus rimas son insanas y la primera vez que escuché la versión final del corte me dí cuenta que la decisión de tenerlo a él había sido la correcta”. Los apuntes que señalan un notorio cambio de actitud en la personalidad y perspectiva de Rivers Cuomo tienen un asidero no menor, en especial a partir de los meses previos del disco rojo. Luego de la ya mencionada libertad a sus bandmates, Weezer accedió a llevar a cabo el “Hootenanny Tour”, travesía en la que centenares de adeptos tuvieron su chance de intervenir (algunos con ideas bizarras y grotescas, según la misma banda) canciones de la agrupación. Esta experiencia dio conceptos frescos para entrar de lleno a estructurar nuevas composiciones. Dicho paso resultó ser decidor para abrir los ojos a Cuomo, quien también tuvo otro ejemplo en su colega, la cantante de Garbage, Shirley Manson, otro acto recurrente a las jams con extraños o músicos no tan cercanos. “Luego de un par de días, me entusiasmé con idear una lista soñada con gente que admiro y con la que me gustaría colaborar. Dentro de los elegidos estaban Karen O, Pete Townshend, Jeff Lynne, Kara Dioguardi, Spike Jonze, entre muchos otros. Siempre es bueno retroalimentarse con ideas de externos, en especial viniendo de mentes tan creativas e ingeniosas como las citadas”, espeta Rivers. Es esa sencillez y hambre de expandir horizontes la que probablemente primó en la entrada de gente quizás desconocida para el público de Weezer, como los miembros del combo power pop, The All-American Rejects, Tyson Ritter y Nick Wheeler, quienes apoyaron en la rítmica y creación para “Let It All Hang Out”. La mudanza se grafica con tanta claridad, que en rincones de “Cant Stop Partying” y “Trippin” Down the Freeway” una cosa queda en evidencia y sin discusión: el despecho intrincado de “Pinkerton” se avizora con cada vez mayor distancia. “Raditude” se identifica con un pop rock depurado y energético. Pese al reconocimiento público con dicho cambio de folio, Cuomo defiende también algunas de sus canciones, las que escuda como portantes de la esencia de siempre. “En “Im Your Daddy” está esa vibra de guitarras poderosas que hemos cultivado desde 1994. “The Girl Go Hot” es una party jam, otro encuentro sónico que a nadie podría sorprenderle a estas alturas de nuestro recorrido artístico. De hecho, más de la mitad del repertorio se mantiene bajo la fiereza de los viejos tiempos, sólo que tal vez con un touch electro, con el fin de sonar fresco y actual”, aclara. Como si esto no fuera poco, el hiperactivo nerdy rocker no sólo se avoca a “Raditude”, sino que actualmente se encuentra afinando detalles de su proyecto “Lets Write A Sawng”, alter ego que cuenta con la peculiaridad de alimentarse con el feedback de sus usuarios de Youtube. “Tal vez sea incluido en un futuro disco de Weezer, quién sabe”, agrega. Pero los alimentos de las suspicacias no culminan aquí, también el cantante y compositor habría accedido para ayudar a escribir el nuevo álbum de la musa pop, Katy Perry. Consciente del éxito que tuvieron sus esferas sónicas noventeras para dos generaciones de escuchas, Cuomo anhela reeditar, al menos, sus tres primeros trabajos. Por ahora, lo que se aproxima es una edición de lujo para “Pinkerton”, cuadro incomprendido en primera instancia y que demoraría un par de años para ser valorado y situado dentro del podio de obras celebradas en la iconografía de Weezer. Esta intervención fonográfica, aparte de contar con modificaciones en su artwork, promete sesiones inéditas, no incluidas en las tomas de entonces, sumado a varios demos de parte los hitazos del opus sellado en 1996. Cuomo mira con entusiasmo esta lectura de su trajín pasado. “Hay mucho material y disfruto en demasía el proceso de mirar hacia atrás y ojear capítulos tan gloriosos como los que logramos inmortalizar en nuestros dos primeros elepés”. A más de 15 años del incontenible debut homónimo, Weezer prosigue con una bonanza artística que sostiene en “Raditude” la serie de argumentos precisos para aún poder referirnos a una fotografía referencial en la escena rockera contemporánea. Los geeks más grandes de la música actual apelaron a la transición en el momento adecuado y no hay segundas lecturas. Vigencia legítimamente obtenida. Francisco Reinoso Baltar Tags #Weezer # ''Weezer # Rivers Cuomo Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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