Weichafe, reviviendo momentos Reflexiones antes del autoexilio Sábado, 12 de Agosto de 2017 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis170, agosto de 2017) Por César Tudela Fotos: Juan Pablo Maralla Weichafe es una banda que es sinónimo de pasión. La pasión, a buenas y primeras, tiene un componente positivo, pues indica un sentimiento entregado, aunque la palabra derive del verbo padecer, y en ese sentido, la pasión conlleve siempre sufrimiento. La pasión, que comparte origen etimológico con la palabra paciencia, entonces es algo que no se ha consumado. Es un camino eterno de aprendizaje. Es un deseo no cumplido, y los deseos no cumplidos conllevan siempre a la ansiedad. Y también a la esperanza. Tal como lo dice un antiguo texto milenario: “Un guerrero no quiere que le traigan un vaso con agua para calmar su sed de conocimiento, quiere descubrir el manantial de donde brota la existencia para ahogarse en él” Angelo Pierattini y Marcelo Da Venezia, protagonistas y narradores del rock chileno de los últimos años, han construido su historia en base a su pasión por la música desde que se conocieron en el colegio. “Con Marcelo aplanamos calles con la idea de hacer una banda de rock, no sabíamos muy bien el estilo, algo ligado a nuestras influencias –Iron Maiden y The Beatles- pero encontrándonos con algo, con nuestra propia identidad”, nos cuenta Ángelo, con un completo italiano en mano, en el backstage del primer día de sus conciertos de despedida. Aquel manjar culinario se debía a que a estos shows le dieron la tónica de kermesse, en parte, como lo dijeron desde un primer momento, para revivir los años de las tocatas en el Galpón Víctor Jara a mediados de los 2000, cuando todo era pura garra. Y pasión. Roberto “Flaco” Ugarte completa actualmente el trío. El baterista toca con el entusiasmo de un cachorro: descarga cada golpe como si fuera el último –hasta cuando el momento pide paz–, como quien realiza el sueño del pibe tras sumarse a la banda de la que siempre fue fanático. A su vez, comparte una bonita singularidad con el tándem de cuerdas, al haber decidido su vocación desde muy joven, y como una señal del destino, ligado a la banda: “Siempre fui fan de Weichafe, desde que estaba en 8° Básico. Viví toda mi vida en el sur, en Victoria, al lado de Temuco. Tenía varias bandas de colegio donde tocábamos sus canciones. Era la única banda en el rock chileno a la que le creía y que me hacía sentir identificado, tanto en sus letras a como tocaban. Después decidí ser músico, como a los 15 años. Me empezaron a caer mal mis compañeros de curso y me comencé a aislar, y me ponía los fonos para escuchar música, y Weichafe fue mi refugio. Así, a los 17 años me vine a Santiago a trabajar para comprarme mi primera batería”. En esa época conoce a Ángelo en un supermercado, ya que trabajaba como empaque. Luego se lo toparía en un concurso y en una sala de ensayo, que compartían cuando aún era parte de la banda Electrofobia. Ahí inician su amistad. Quizás, a Pierattini le hacía eco la historia de entrega y esfuerzo de Ugarte, reflejándose en ella. “Yo trabajaba de chico tocando en bares, desde el año 92. Tocaba covers de blues, y hasta fui músico estable en uno. También fui garzón, y estuve dos años cocinando para un jardín infantil. Hacía de todo con tal que me alcanzara para ensayar, y que me calzara con los tiempos de ensayo, porque pasábamos ocho horas diarias metidos en la sala”. Pierattini –y Weichafe- ha cambiado desde entonces. Son 20 años, seis discos, dos quiebres, una reunión, premios varios, decenas de festivales y dos despedidas. Pero hay algo que se ha mantenido intacto, y es lo que más nos recalca: “Desde los inicios hemos estado en la misma sintonía. Todo lo que hacemos está pensado en la música. Es lo mismo. Marcelo tiene señora e hijos, yo estoy más viejo, pero seguimos pensando en lo mismo. Las conversaciones, las alucinadas escuchando músicas son iguales a las de esa época. Y en México será lo mismo”. De alguna forma, esa pasión por la música es la que los ha impulsado siempre, y la que los ha convertido en una banda atemporal. Su obra ha logrado trascender de diversas formas, y han sobrevivido en la memoria de nuestro rock siguiendo el pulso interno del hacer, del decir, del comunicar. Y de un cariño irrestricto por parte de un público fiel que ha ido creciendo en el tiempo, cuya relación es más horizontal, como la de una gran familia, llena de mística y complicidades. * Son muchos los ritos que Weichafe tiene al otro lado del escenario. Cuando anunciaron su reunión en 2014, usaron una frase de ‘El Rock del Poncho’, canción dedicada al mítico bajista de Tumulto, otro mito del rock chileno: #LaHistoriaSeEscribeEnLaCalle. Así, como hashtag, coqueteando con la modernidad. Hubo banderas, poleras, tatuajes y hasta grafitis con esta frase. Pocas bandas en la actualidad despiertan ese tipo de sentimientos, quizás sólo comparable al de uno de sus amigos en la escena, Chancho en Piedra en los 90, aunque sin tanto ánimo festivo y mucho menos gente sintiendo el llamado de un rock callejero y sin contemplaciones. En las dos noches de despedida, el trío reafirmó que su ética aparece invadida por un espíritu que se basa en la pasión de vivir el momento, del pulso vivo, el virtuosismo, la relación simbiótica con el instrumento y la convicción de que el rock todavía puede ser algo trascendente. El bajista Marcelo Da Venezia, luego de algunos ejercicios de elongación, a minutos del último en Chile, dice algo muy bonito respecto a todo esto: “Con el Ángelo siempre hemos forjado una idea de evolucionar, siento que eso es lo más valorable, sin tener duda alguna que el paso que estamos dando es para crecer artísticamente”. A lo que Pierattini agrega: “Hay una convicción más allá de ponerse de acuerdo con algo, y en esto quiero ser claro, tenemos una visión que se complementa, no es una visión manipulable” Esa convicción ha hecho que esta sea una banda que además de despertar pasiones incontrolables, como cantó el público fervorosamente las dos noches “Olé olé olé, cada día te quiero más. Yo soy Weichafe, es un sentimiento, no puedo parar”, haya devuelto a muchos fanáticos el cariño por el rock. Y para los muchachos eso tiene casi una única explicación: el trabajo incesante, con mucho amor, y la convicción de hacerlo con su sello. Detrás del escenario se dan las últimas indicaciones. Se le avisa al sonidista que prepare la canción que ha sido el rito inaugural desde hace un lustro –‘Al patíbulo’, de Machuca-. Los muchachos se abrazan. Su familia y staff los alienta. El público los pide. Un rato antes, este cronista les pide unas reflexiones finales, para que queden como otro relato más antes de pisar suelo incaico por tiempo indefinido. -“Nos llena de orgullo que nos digan que Weichafe tenga un sonido único, porque era un propósito para nosotros, que la banda tuviera identidad. Porque las bandas que a nosotros nos gustaban no se podían replicar, y nosotros íbamos en busca de eso. Se notan las influencias, pero hay una identidad, y quizás todo eso provenga porque nace de una amistad, de dos pendejos que alucinaban con tener una banda de rock cuando chico y que finalmente lo lograron, y que ahora el camino se está abriendo para el mundo con este paso de irnos a México. Y las sensaciones son las mismas que hace 20 años. Hay nostalgia, pero es un paso necesario para nuestro crecimiento profesional”. - Angelo Pierattini. “Hay un sinfín de situaciones y consecuencias que nos han ido uniendo cada vez más. Siento que todo nuestro trabajo es parte de la historia y todo es importante. Allá vamos a llegar a una situación nueva, con todo un mundo por explorar, en términos musicales, en términos de trabajo, entonces esperamos, independientemente cómo nos vaya, que el viaje sea súper provechoso, tanto a nivel personal como musical, así que estamos súper contentos y tranquilos. Además la gente ha apoyado heavy la moción y estos ritos de las despedidas no han sido un rollo tampoco. En un tiempo vamos a estar acá de vuelta. Ojalá nos reciban con el mismo entusiasmo con el que nos despiden”. - Marcelo Da Venezia. “Hay una sensación de nostalgia, de dejar a tu familia, pero también una sensación de felicidad. Las personas en la vida toman decisiones para poder ser felices, y para nosotros irnos a México es una de ellas. Con el Ángelo hemos estado de acuerdo con una sola frase, cuando nos preguntan sobre si vamos a tener éxito allá, y nosotros siempre decimos, si llegamos allá, el éxito ya está. Vamos a empezar de cero, queremos conocer lo colectivo, igual como lo hacíamos acá. Y eso es súper importante, tener el contacto con la calle, estar ahí. Y de lograr sentir que el DF va a ser nuestra ciudad. Yo lo viví ya cuando me vine a vivir a Santiago, tenía 17 años, y el cambio es drástico. ¿Pero sabís que me gustaría? Ahora estamos en la kermesse, y así me gustaría estar todos los días de mi vida. Esto lo he soñado desde pendejo. Nunca pensé que se iba a hacer realidad, pero siempre he tenido ganas de hacerlo, y ahora estoy a punto de concretarlo”- Roberto Ugarte. Tags #Weichafe # Roberto Ugarte # Marcelo Da Venezia # Angelo Pierattini Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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