Criminal Dead Soul Martes, 05 de Septiembre de 2023 (Publicado originalmente en 2011) 1997. BMG/Metal Blade Difícilmente se vuelva a reeditar la dupleta de años mozos que evidenció el metal chileno entre 1996 y 1998. Un período escueto pero preciso, que inmortalizó el atrevimiento uniforme de varios estandartes de la movida banger criolla a jugársela con todo y entregar placas irrepetibles hasta ahora. Están los casos de “Improve The Silence” de Dogma, Execrator con “Silent Murder”, Sadism y “Deadline Sequences”, “Bonebreaker” de Undercroft, entre los más destacados; notables capítulos que enaltecieron el nivel de la escena de este país y le subieron el pelo de sobremanera, aunque ninguno obtuviese un tercio de los logros de Criminal, la única agrupación de nuestro país que acercó el metal a una audiencia macro. El suceso de “Victimized” logró desarrollar una expectación inusitada para el elepé venidero, no sólo dentro del circuito under, sino que en BMG, una parte importante de los mass media en Chile y el resto del continente. Con ese disco, Criminal ya cosechaba un estatus de peso en Sudamérica e incluso dentro del semillero de su sello, se ganaron con sangre y sudor, una cobertura prioritaria por sobre exponentes poperos. El cuarteto tenía metas claras, pero había que convencer a los siempre incrédulos ejecutivos, quienes de comienzo, veían con recelo el plan del grupo de recurrir a la sapiencia de un foráneo en las teclas; un tira y afloja tortuoso que duró meses. Se soñó con Colin Richardson, pero su tarifa era inalcanzable, luego se llegó a un acuerdo de palabra con el gurú del Death Metal de Florida y responsable de la etiqueta salvaje de los Sepultura más hambrientos –Beneath The Remains, Arise.. por supuesto- Scott Burns, pero este se bajaría del bote a última hora. El desgaste se hacía presente y las opciones ya se agotaban; hasta que surgiría la carta de Vincent Woijno, ingeniero del seminal “Burn My Eyes” de Machine Head, -que en ese tiempo ya era considerado un testamento – y portante de un breve, pero significativo historial que incluía trabajos para nombres de la talla de Kreator, Testament y Trouble. Bastó un par de contactos telefónicos para inferir que se estaba ante la persona idónea. El entusiasmo de Vincent con los demos que les habían sido enviados a Estados Unidos, tranquilizaba y acallaba cualquier resquemor que cuestionara el profesionalismo del ingeniero. Problemas internos en BMG retrasaron los plazos impuestos a priori, pero pocas semanas después salió humo blanco y en días, Wojno estaba con la banda en Santiago, para iniciar los trabajos a toda máquina, en los Estudios Master. Para nadie es un acertijo la abismante diferencia en cuanto a prioridades y línea de contenidos, de la subsidiaria latina de MTV de diez años atrás con la superflua administración actual, que predomina la silicona y los autos enchulados, por sobre la buena música, pero incluso en esos años, donde el rock era el fuerte de la estación, el revuelo causado por el proceso de grabación de Criminal no fue menor y se hizo un seguimiento considerable a la banda con despachos desde Santiago por parte del histórico programa Headbangers –que en Estados Unidos cobró nuevamente vida hace un par de años gracias al empuje de Jamey Jasta de Hatebreed-. Con todo ese ambiente generado, los miembros de Criminal conscientes del peso en los hombros que llevaban consigo, alcanzaron niveles casi obsesos en el estudio ante la inminencia de los plazos, llegando a cerca de 15 horas diarias. Una sobre exigencia que tendría toda su huella en Dead Soul, la placa que escribió una página de oro en la historia del metal chileno, presión que se duplicó con tamaña expectativa. Muchos temían que con esa inserción fortuita pero potente de Criminal en los medios, en el segundo opus la banda suavizara su etiqueta sónica y primara una faceta más accesible y amigable, pero en este punto de inflexión artístico, el cuarteto dejaría claro que este anhelo de ascender en la escena mundial, sería a su manera y sin poner en duda el sonido que ellos venían cosechando desde sus demos. ‘Deny’ comienza la carnicería con una entrada grandilocuente de Jimmy Ponce, lejos uno de los grandes aciertos de Criminal y que amplificó la brutalidad de los cortes a un nivel que el ex integrante Juan José Vallejos, difícilmente podría haber aportado por estilo. Esta “alma muerta” deslumbra por su sonido cáustico y brutal, donde se deja de lado la onda ganchera de la mayoría de los cortes de “Victimized”. Doce muestras de Thrash furibundo con varios matices modernos que lo hacían sonar como nadie en Latinoamérica y ¿por qué no?, en el orbe entero; el registro de Anton fue uno de los detalles vistosos en la placa, gracias a un trabajo personalizado que desarrolló con Wojno, la voz de Reisseneger llegó a sonar más gutural y brutal que nunca, superando ese tono carraspeado que lo caracterizaba en sus intentos anteriores. Ejemplos para situar esta evolución vocal abundan, como en el tsunami de poder de ‘Scapegoat’ o en ‘Terror’ con unos arreglos bien Neo Thrash de Contreras, que lograba bascular la nueva y vieja escuela a gran nivel. Los riffs de ‘Collide’ priman por la pasmosa facilidad con que enganchan y se mixturan con el touch speed que ocurre a la entrada del coro, del que fuera el primer single del álbum, cuyo video incluso fue nominado a los premios regionales de MTV en la categoría “Mejor Video de Rock”. Las lentas cadencias y densidad de ‘Life of Agony’, podrían tomarse como una narración explícita al verdadero parto que tuvo que vivir la banda para sacar a flote este sufrido segundo engendro de metal, otro pasaje destacado de revoluciones más bajas, pero de increíble peso. El inicio de ‘No Salvation’, causa extrañeza por sonar distinto al resto del repertorio, hasta se podría decir que se respira un aire industrial en ese corte....nada raro recordando que Godflesh es una de las bandas de cabecera en la discografía personal de Anton. Pasando a ‘Victimized’, otro sencillo con un video captado dentro de la increíble performance en el Monster of Rock 98, se confecciona el lado más groove de “Dead Soul”, donde Criminal amolda sin sonar a fotocopia, los sonidos contemporáneos de la escuela norteamericana, donde el debut de Machine Head tiene un eco fuertísimo; “S.S.S”, “Slave Master” y ‘Nation of Hate’, siguen esa consigna modernosa. Con ‘Hijos de la Miseria’, se rompe com el temor de intentar cantar en español y el corte funcionó tan bien, que hasta hoy es uno de los más celebrados, en los enérgicos directos de la banda. Además esta canción acercó, en esos tiempos, a Criminal con algunas radioemisoras que rotaron el tema dentro de los limites obvios de las parrillas programáticas imperantes, que al menos durante la segunda mitad de los noventas, eran más proclives a la música nacional. La maléfica ‘Guilt’ acerca como nunca a los nacionales, en el siniestro y retorcido submundo del Sludgecore, plagada de matices asfixiantes que me traen a la memoria a los enfermizos Crowbar, banda de New Orleans que marco pauta en el under norteamericano de la última década del siglo XXI. “Dead Soul” es un disco atrevido, vibrante y sin altibajos, cuya única limitante fue la ubicación geográfica de sus gestores. La misma que mermó el tremendo potencial de Pentagram, banda que desde el tercer mundo, dio clase a sus pares europeos, con la única vía de difusión de los tape traders de antaño. O si no, pregúntenle a íconos como Dismember o Napalm Death, acerca de la importancia de los firmantes de “Demoniac Posession” en el forjamiento de su sonido. Incluso la revista Terrorizer ubicó el segundo demo de Pentagram en la ubicación trece de los demos trascendentales en la historia del metal; pero aquello ya es otra historia. El sonido de esa muestra de 1997, fue creado en el momento preciso. Cuando varios de sus pares artísticos caminaban por la cuerda floja y editaban discos no muy celebrados -Kreator, Testament, Napalm Death, Machine Head-, Criminal andaba en un nivel compositivo sumamente inspirado y con las herramientas suficientes para arrasar donde los colocaran; tristemente la fortuna y la siempre necesaria ayuda externa no llegaron. Se hicieron cosas importantes no cabe duda –Rock al Parque, gira norteamericana, lanzamiento por televisión abierta, apertura a Exodus en Buenos Aires-, pero no fue suficiente. Hasta hoy, Anton y Rodrigo Contreras siguen luchando por su sueño en la meca europea y no me cabe la menor duda de que morirán con las botas puestas. Sea o no conseguido este noble objetivo, tenemos esta obra maestra del metal nacional y sudamericano que acercó como nunca a las masas, este submundo que en Chile, goza de una popularidad creciente, pero que nunca volvió siquiera a aproximarse, al nivel de apoyo vivenciado el 96-98. Quien sabe, tal vez tenga que volver el patrón a ordenar el fundo; por ahora, sólo deseo que me devuelvan mis preciados noventas. Francisco Reinoso Baltar Tags #Criminal # Dead Soul # Anton Reisenegger # Rodrigo Contreras Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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