La eterna infancia de Syd Barrett Vivió como un niño hasta su último suspiro Domingo, 07 de Julio de 2019 Nunca sabremos quién era Syd Barrett. El 7 de julio del 2006, la verdad se fue a la tumba con él. Desde que abandonó la vida pública en 1974, a los 28 años, la figura del primer líder de Pink Floyd ha sido caldo de cultivo para el misterio, los mitos, las caricaturas. Una década después de su muerte, pese a los ríos de tinta que han corrido, todavía es un signo de interrogación: nadie entiende lo que pasaba por su cabeza. La caracterización de Barrett cambia según el narrador. Puede ser un genio atormentado por sus demonios o un holgazán de clase acomodada que se acobardó ante el éxito. Una víctima de amigos aprovechadores o un imprudente psiconauta dado a los excesos. Lo cierto es que su carrera duró menos de un decenio y paró de sacar discos a los 24 años, pero ese breve período le bastó para convertirse en un músico inolvidable. Hasta el último día, vivió como un niño, libre de responsabilidades. Pese a retirarse joven, nunca tuvo la necesidad de trabajar después de Pink Floyd: su amigo David Gilmour se aseguró de que recibiera puntualmente los cheques por los royalties de "The Piper at the Gates of Dawn", suficiente dinero para subsistir y ahorrar. Cuando murió, sus cuatro hermanos se repartieron una herencia de dos millones y medio de dólares. De los 60 años que alcanzó a cumplir, pasó la mitad escondido. Abrazaba el anonimato. Casi no recibía a nadie en su casa, ni hablar de los fanáticos obsesivos que llegaban a buscarlo. Poco se conoce de lo que hacía puertas adentro, aunque una de sus escasas visitantes frecuentes, Rosemary, la hermana con la que sale en casi todas sus fotos de infancia (se llevaban sólo por un año), deslizó algunos detalles recientemente en Mojo. Barrett, cuenta Rosemary, pasaba el tiempo ocupado en diferentes actividades artísticas: pintando, esculpiendo, dibujando e interviniendo objetos cotidianos. En su hogar había puertas y mesas convertidas en manifestaciones de su creatividad, aunque inutilizables. No hay mención alguna a que hubiese vuelto a empuñar la guitarra. Su retiro de la música fue total, rara avis en estos tiempos de despedidas con elástico. Y no crecer más Desde pequeño, Syd Barrett manifestó ser una mente inquieta. Dirigía conciertos sinfónicos imaginarios en su pieza. Alentado por su papá, un prestigioso anatomista que también tocaba piano, tomó lecciones a temprana edad. Mostró un talento natural para los instrumentos musicales: antes de colgarse una guitarra, aprendió arpa de boca y ukelele. Además, devoraba literatura fantástica y novelas de aventuras, material que luego inspiró buena parte de su breve discografía. "The Piper at the Gates of Dawn" le debe su nombre a un capítulo de "El viento en los sauces" de Kenneth Grahame. Y uno de los temas del disco, 'Matilda Mother', toma ideas de "Cuentos aleccionadores para niños" de Hilaire Belloc; en esa letra, como en varias otras, hablaba con nostalgia sobre la niñez. Entre sus libros favoritos estaban "Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas" de Lewis Carroll y la saga de "Las crónicas de Narnia" de C.S. Lewis. Aunque en su funeral se leyeron fragmentos de "Los pequeños hombres grises", un cuento de aventuras de Denys Watkins-Pitchford. Le llamaban la atención las temáticas infantiles y la naturaleza, por eso recurría a nombres de animales en canciones como Octopus (pulpo), Terrapin (tortuga de agua dulce) o Rats (ratas), entre otras. Fue un estudiante problemático, aunque las instituciones donde se educó, Cambridge School of Art y Camberwell College of Arts, ahora se jactan de haberlo tenido en sus aulas. Costaba que se acomodara a un reglamento, posiblemente porque consideraba que todo era un juego. Al frente de Pink Floyd, su esporádico magnetismo radicaba en que no parecía tomarse muy en serio el rol de frontman, más bien lo asumía con un dejo irónico. Nunca fingió desprecio por las obligaciones: era un sentimiento auténtico. El resto de la banda sufrió las consecuencias. Su irresponsabilidad terminó alienando a sus compañeros, que tenían intenciones de profesionalizarse. Al final, recibió el sobre azul cuando se volvió una molestia trabajar con él. Convertido en solista, siguió intratable. David Gilmour, Roger Waters y Rick Wright le echaron una mano en la factura de sus dos discos, "The Madcap Laughs" y "Barrett", ambos de 1970, pero resultaba un suplicio obligarlo a actuar como un adulto productivo. Gilmour y Waters decidieron que esa inestabilidad mental debía plasmarse: usaron accidentadas tomas vocales de 'She Took a Long Cold Look', 'Feel' e 'If It's In You' para graficarla. Salvo por Gigolo Aunt , en su segundo álbum ni siquiera tuvo contacto con la banda que lo acompaña mediante overdubs. David Gilmour, en calidad de productor, tenía que perseguirlo para avanzar. Con el tiempo se puso peor: simplemente abandonó las sesiones en Abbey Road para un posible tercer disco en 1974. Quizá el cuento del rocanrol era un chiste para Syd Barrett. No olvidemos que algunas de las primeras canciones que escribió para Pink Floyd llevaban nombres como 'Me vuelo (volado solo)' y 'Enrolemos otro'. Andrés Panes Encuentra este contenido en nuestra revista. Tags #Syd Barrett # SydBarrett # Pink Floyd # David Gilmour # PinkFloyd # DavidGilmour # Kenneth Grahame # C.S. Lewis # Denys Watkins-Pitchford Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. Ultimos Contenidos Vanguardia Noticias Concurso cerrado: Austin TV debuta en Chile Miércoles, 15 de Mayo de 2024 Vanguardia Clásicos David Bowie Miércoles, 15 de Mayo de 2024 Vanguardia Articulos Steve Albini: transgresión permanente Miércoles, 15 de Mayo de 2024 Vanguardia Shows Pavement: como en familia Martes, 14 de Mayo de 2024 Vanguardia Galerias Pavement Martes, 14 de Mayo de 2024 Vanguardia Noticias Especial de Wayne Krantz en Rebelión Sónica 2 Martes, 14 de Mayo de 2024 Vanguardia Discos Melvins Martes, 14 de Mayo de 2024 Vanguardia Noticias Sistemas Inestables estrena sesión para la prestigiosa radio KEXP Martes, 14 de Mayo de 2024