Faro

Miércoles, 31 de Octubre de 2018

2017. Sello In-Correcto

Estamos ante el segundo trabajo por cuenta de este muy interesante trío conformado hace cuatro años. Con su debut, Trino truena (2016), nos ofrecieron pasajes progresivos, exploración y una connotación cósmica en dichas canciones. Ahora, esta grabación muy bien titulada Faro, muestra un oriente para esta singular propuesta bogotana.

Más acotado con respecto a la obra antecesora, Tristán Alumbra amplía sus herramientas sonoras en pro de un sonido menos ecléctico y quizá más armonioso, introspectivo, y por qué no decirlo, espiritual. Por herramientas me refiero al uso del tiple, guitarras acústicas, clarinete, y una percusión orgánica. Sin embargo el grupo continua coloreando sus piezas con algunos sintetizadores, falsetes, e hipnóticas campanillas.

Lo más recomendable es apreciar Faro sin interrupciones, sin saltos entre los temas, ya que a mi juicio parece construido con el propósito de abrazar al escucha, y no soltarlo en la poco más de media hora de duración. Si Trino truena contenía disonancias y efectos, aquí estamos ante un rock donde la voz y el vértigo acústico roban el protagonismo.

A las dos enigmáticas piezas que dan apertura, Costa brava y Danza sola, le prosigue Selva y pantera, una de mis favoritas aunque su desenlace sea abrupto. Por su parte Jethro es uno de los cortes con una labor vocal más destacable, sustentada por unas cuerdas muy bien ejecutadas. Escalera rememora el rock progresivo británico de los años setenta, claro, acá cantando en español, haciendo un túnel donde confluye una percusión marcial, una espectral línea vocal, además de envolventes efectos de guitarra. Es fascinante.

Al final Necio es otro ejercicio acústico en curvas, donde la explosividad se difumina y regresa. Cobija Josefina cierra a manera de rock folclórico con elementos de jazz. Una vez más la fuerza vocal acapara la atención y le da carácter al corte más convencional del disco y probablemente el más festivo de todos.

El esfuerzo de este grupo surgido de las cenizas de Benjamín, banda de culto en la escena under capitalina, merece ser apreciado por oídos ansiosos de más que composiciones simétricas adornadas por coros almidonados. Aquí hay desafío y una placida aura musical. Cuesta describirla, a la par que dejarla de escuchar.

Ricardo Suescún