Pray for the Wicked

2018. Fueled By Ramen

Esperar que una banda siga sacando canciones como "las de siempre", o por el contrario, confiar a que se la jueguen por nuevos sonidos en una próxima producción es el limbo en el que suelen balancearse algunas fanaticadas. Sin embargo, siempre se agradecerá cuando los artistas se empeñan en hacer las cosas diferentes, ampliar su gama respecto a estilos, sonidos o letras. El caso de "Pray for the Wicked", el último disco de Panic! At The Disco, entra en la primera categoría: el de la comodidad y la repetición de su fórmula.

Aunque no es de sorprenderse. Jake Sinclair, uno de los productores de su anterior larga duración, "Death of a Bachelor" (2016), estuvo también a cargo de esta nueva entrega de los oriundos de Las Vegas, en complicidad con el Brendon Urie (único integrante original estable). De esta manera, desde los primeros temas como (Fuck A) Silver Lining , Say Amen (Saturday Night) y High Hopes se evidencia el descarado guiño a su anterior álbum, como si fuese una segunda parte, reuniendo así material suficiente para hacer un musical sobre el vocalista y sus aventuras en Broadway. Fácilmente, podríamos llamar al proyecto "Brendon! At The Disco" (con músicos de turno solo para las giras). Los sonidos, al igual que el disco anterior, evocan una sensación de solemnidad y grandeza, quizás por el reiterado uso de bronces y los coros que en canciones como Say Amen’ responden a la voz protagonista de Urie. Acá, hay que destacar su capacidad vocal. Sus registros son los mismos tanto en estudio como en vivo, así que si hay algo seguro, es que su interpretación sólo podrá defraudar a los más exigentes o a quienes aún se mantienen escépticos frente a falsetes sólidos y registros gigantescos. Sería ambicioso comparar al cantante con alguien como Freddie Mercury, pero sí es posible afirmar que su performance vocal de barítono se acerca al del británico técnicamente. Incluso, el mismo Urie afirmó en una entrevista que deseaba ser como Mercury, prueba de esto es el cover de Bohemian Rhapsody que hizo con la banda en los premios APMAS 2017.

Trompetas, aires dramáticos, y armonías vocales sólidas son posibles de apreciar y disfrutar en fragmentos de King of the Clouds y One of the Drunks , que evocan a movimientos similares usados en ‘This Is Gospel’. Muy alejados de lo que evocó su debut, este es un disco que promete lo mismo de siempre: una que otra canción que quedará sonando en la cabeza por unos días como Hey Look Ma, I Made It –producto de una buena fórmula pop– pero que no irá más allá de eso. Las temáticas tratadas en sus letras siguen oscilando entre los efectos del alcohol y las drogas, nostalgia pura a los viejos buenos tiempos. Finalmente, una mención especial para Los Angeles, California, una ciudad que Urie, como letrista, ha mencionado varias veces en sus canciones, y que acá es la excusa para cerrar el disco, con la melancólica y sufrida letra de Dying in L.A. . "But nobody knows you now / When you re dying in LA / And nobody owes you now / When you re dying in LA / The power, the power, the power / Oh the power of LA".

¿Serán estos versos el anuncio de un declive en la carrera de Panic! At the Disco? Solo el tiempo, los números y la recepción del público podrán determinarlo. Sin embargo, y pese al estancamiento por el que pasan compositivamente, si hay algo digno de destacar es que "Pray for the Wicked" es sólo una postal del variopinto e intenso viaje musical del grupo, que comenzó con sonidos pop-punk y llegó hasta este punto, en donde Broadway parece robarse la escena por completo, haciendo menguar a las guitarras con overdrive y subiéndole el volumen a las trompetas, reemplazando fraseos cortados, rápidos y violentos, por otros más entendibles, y ya no es sólo un sutil sonido de violines como se podía apreciar en uno de los himnos emos del 2005, I Write Sins No Tragedies . Pese a la repetición del concepto de su disco anterior, sí es posible apreciar un crecimiento en la técnica de Urie, que pasó de hacer un circo barato, a un musical elegante y sofisticado.

Paula Vivanco

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