Martin Rev: los ataques sónicos de un outisder

Jueves 19 de septiembre de 2019, Bajo Circuito, Ciudad de México.

 

Al alero de la realidad virtual, con mp3 gratuitos, plataformas de streaming, sitios de rock y millones de reproducciones, existía, al menos, en los amantes de la música, otra expectativa para un concierto de Martin Rev, pero solo un centenar de personas lo esperaban en el recinto Bajo Circuito de Ciudad de México. Su impronta nunca cruzó a la vereda de lo masivo y su camino se construyó en paralelo a lo popular. Como su nombre lo indica, el espacio habilitado debajo de la Avenida Circuito, albergó una jornada que podríamos calificar como outsider.

 

Pese a mantener su actividad con Suicide hasta el 2015, nunca Martin Rev había tocado en México, y este era su debut al sur de la frontera, ya con una trayectoria solista de la que su último disco, “Demolition 9” (2017), va más por experimentos nuevos que por una continuidad del sonido synth/punk de sus inicios. Así, era fácil preguntarse a qué nos enfrentaríamos. La anécdota ilustra la respuesta. Uno de los técnicos contó que Rev pidió tocar con un sintetizador Korg Trinity, instrumento que marcó un hito en los 90, pero en la actualidad algo obsoleto, frágil y escaso. Martin Rev llegó a probar sonido golpeando las teclas a puño cerrado, martillando con las manos abiertas y arriesgando la integridad el equipo. Después del susto, no fue fácil acostumbrarse a ese estilo.

 

El set repite el esquema de Suicide: bases y un micrófono distorsionado, con el teclado haciendo las partes de la percusión. El concierto explota desde su inicio con ritmos programados que marcan una pauta alterada por un caos impredecible para quien esperaba una melodía de Shazam. La herencia del minimalismo más crudo. El ímpetu en la ejecución es el que marca una revisión de distintos ritmos que forman la trayectoria de Martin Rev, quien no vino aquí a repasar un disco o una canción en específico, sino a extender una idea que ya registra décadas.

 

 

Así, el concierto avanzó raudo y vimos pasar también una versión de ‘Stand By Me’ de Ben E. King, mostrando sus raíces en el blues, el gospel y el soul, pero también, incluso, mostrando algunos ritmos de salsa, un intento de Rev por evidenciar la cultura latina en su formación, siempre presente en las calles de NYC. Cercano al free jazz más que al rock, a la improvisación en desmedro de la auto imitación, en no repetir un legado, evadir la nostalgia, denegar del éxito seguro y arriesgarse en la propuesta, sean los cimientos para una estructura de compleja definición musical. 

 

No hubo espacio para Suicide, salvo una sentida mención a Ric Ocarsek, a quien le dedicó ‘Diamonds, Fur Coats, Champagne’, quizá la única reminiscencia (si acaso el concierto completo no fuese una alegoría a esta banda). Ocasek produjo el sonido de este dúo desde su segundo disco, quien falleció pocos días antes de este concierto y hoy descansa junto a otro ausente, Alan Vega. Difícil de definir, de describir una experiencia que exige como auditor, una sinfonía que descoloca, un ataque sónico que ostenta mantener un vuelo libre. Y eso para la carrera de Martin Rev no es poco decir, es un camino de vida.

 

Juan San Cristóbal.