Luz de Riada: el México profundo

Sábado 20 de enero de 2024, Museo del Sonido de Santiago

 

La estrecha relación del músico mexicano Ramsés Luna con Chile, se extiende desde principios de la década 2000, cuando vino al país como parte del grupo Cabezas de Cera, con quienes hizo varios shows en Santiago y la Región de Valparaíso. Tras dejar la banda de los hermanos Sotelo, el vientista fundó su proyecto Luz de Riada, desarrollando su propia propuesta a medio camino entre el progresivo, el jazz fusión, la experimentación y las músicas vernáculas. Liderando aquel proyecto, su conexión con Chile se ha mantenido a través de los años con visitas regulares y formaciones cambiantes, que han convertido a Luna es un músico querido y valorado tanto por pares y melómanos de nuestro país. Sin ir más lejos, han sido parte o han colaborado con Luz de Riada músicos chilenos de la talla de Jorge Campos (Fulano, Congreso), Camilo Acevedo (Zeptelar, Arlette Jequier y Grupo), Félix Carbone (Tryo), Leo Arias (Akinetón Retard) y Carolina Holzapfel, con quien, de hecho, compartió en el Ciclo Internacional de Jazz el viernes 19 de enero recién pasado.

 

En esta oportunidad, Luna está en Chile realizando numerosas fechas en distintas ciudades del país, promocionando el nuevo disco de Luz de Riada, llamado “Rizoma”, con su banda mexicana, integrada por Luis Nasser en bajo y Sergio Aldama en batería, a quienes se les sumó el guitarrista chileno Iván González Smith (Crafty Brecht Duo, T.I.C.), quien además es el encargado de la producción visual de la gira, trabajo por el que es conocido, sobre todo, por su labor con Tryo. Una de las fechas de esta gira chileno-argentina del cuarteto, se produjo ayer en la tarde en el Museo del Sonido del tradicional Barrio Yungay, donde Luna y compañía desplegaron ese jazz-rock progresivo y étnico lleno de sentido y potencia que les es tan propio.

 

Cerca de las 17:15 horas, el cuarteto instalado en el patio de la tradicional casona que alberga el museo, comenzó el concierto con ‘La Danza del Tlacololero’, una pieza que, según contó Luna, se basa en tradiciones culturales de México, específicamente, en la que narra cómo los campesinos espantaban con música a los jaguares que trataban de comer el maíz. Fue una pieza de características rituales, con sabor y aroma a ese México profundo que retrata Luz de Riada en su música, pero que se inserta en un progresivo instrumental y un jazz ambiental poco ortodoxo. Las percusiones de Aldama dieron paso a ‘Raíces’, tema de melodías atrapantes y tradicionales, que mostraron la complementación de la banda, con Nasser y su sonido robusto en el bajo, González Smith haciendo arpegios y arreglos diversos, Aldama con síncopes y ritmos complejos y Luna entregando esa musicalidad que le da el sentido melódico a las piezas.

 

 

Nuevamente enraizada en las tradiciones mexicanas, ‘Matanza de Chivos’ siguió exhibiendo esa fusión de rock de sonido contemporáneo con melodías autóctonas, que Luna transmitía, no solo a través de su saxo con diferentes efectos, sino que también con vocalizaciones y en un pequeño teclado. El concierto continuó con ‘Auromboros’, otra muestra de ese rock-jazz lleno de potencia de vehementes solos, para luego pasar a ‘La bestia’, tema que remite a un tren que recorre México de sur a norte y que retrata las inclemencias y el drama que viven los inmigrantes. ‘Todos por la banqueta’, una canción antirracista sobre el apartheid sudafricano, siguió exponiendo esa invitación musical que se inserta también con todo derecho en la música del mundo. 

 

Tras una larga y muy interesante explicación del muy simpático y carismático Nasser, quien además de música es físico, el conjunto interpretó ‘Entropía’, pieza de inicio ritual que se va desarrollando con vocalizaciones, dinámicas instrumentales y atmósferas, para finalizar el show con ‘Mil novecientos quince’, canción que se refiere a el drama de los armenios que fueron despojados de sus tierras, pero que se extiende a todos los pueblos que han sufrido el mismo destino. Una pieza de melodías exóticas, cánticos y aguda instrumentación, en un cierre esplendido para un show que transportó a los asistentes a ese México profundo y tradicional, a través de un jazz-rock contemporáneo y sui generis. Es de esperar que Luz de Riada siga con su costumbre de visitar Chile regularmente. Son, por supuesto, bienvenidos con los brazos abiertos.

 

Texto y fotos: Héctor Aravena A.

Mira nuestra galería de imágenes en el siguiente enlace.