Pearl Jam: Se levanta, crece y se agiganta
A dos años de "Gigaton"
(Publicado originalmente en revista #Rockaxis202, abril de 2020)
Mirar al quinteto de Seattle a casi tres décadas desde su debut ya no es mirar a un grupo de rock alternativo. En realidad, hace mucho tiempo no lo es. Un Pearl Jam consagrado, miembro del Rock & Roll Hall of Fame y sin espacios para la duda sobre su condición de banda de rock clásico, regresa para publicar “Gigaton”, su undécimo disco tras siete años de silencio discográfico.
Por Cristofer Rodríguez
Pearl Jam es muestra viva del triunfo de su generación. Una banda que siempre llamará la atención mediáticamente y que genera una devoción que pocos grupos con menos de 30 años de carrera logran mantener, formando a su alrededor una especie de comunidad imaginada, que gira y aterriza teniendo como núcleo a la banda. Como ocurre con Iron Maiden también en nuestro país. Un fanatismo casi religioso, transversal y heterogéneo, porque, ¿a quién no le gusta Pearl Jam?
Tal vez, ese triunfo se deba a que, pese a las contradicciones que la banda ha mostrado en su carrera (tomando la significativa controversia con Ticketmaster y otros agentes de la industria o la inclusión en el Rock & Roll Hall of fame, como punto de referencia), siempre se mostró como la menos autodestructiva entre los de su camada. Y aunque hay un Pearl Jam sensible y protodepresivo permanente y fácil de rastrear en el amplio repertorio de sus canciones, este nunca estuvo cerca del espíritu suicida y nihilista de otras bandas como Smashing Pumpkins, Alice In Chains y Nirvana.
Tanto en las letras, en la estética sonora y el comportamiento de sus integrantes en relación a sus colegas y su público, Pearl Jam dejó entrever un afán colectivo y de resistencia frente al sistema mundo (lo que los convirtió en uno de los pocos grupos grunge con compromiso político). Un hambre por pertenecer a algo más que a una banda de rock alternativo y no caer en el mito del grupo que sella su carrera a la vez que la vida de sus integrantes. De ahí las colaboraciones tempranas con próceres como Neil Young y la toma de posición eterna de esa fuente de inspiración que ha sido The Who hasta hoy. Cuando miramos la fauna de otras bandas americanas de su época como Foo Fighters y Red Hot Chilli Peppers, no es casual que sean justamente ellos los que también encarnan el triunfo de la estrella de rock y se hayan investido como los nuevos clásicos capaz de llenar estadios completos tocando solamente canciones de sus cinco primeros discos si se lo propusieran.
Confusing it is to commotion
Este Pearl Jam, ad portas de cumplir tres décadas y referente inequívoco de la historia del rock en su acepción más canónica, cultural y estética, sorprendió a sus seguidores al presentar ‘Dance of the clairvoyants’, un single con un marcado giro sonoro, cercano a la estética postpunk y hasta dance rock, con texturas que rompen el umbral habitual de la banda. En los primeros segundos de la canción asoma David Byrne, Kasabian, Arcade Fire, Tame Impala e incluso The Strokes, y no es hasta que arranca la voz de Eddie Vedder cuando se despierta del desconcierto y asoma una cierta calma. Eso, si es que eres un auditor que no te gusta el riesgo.
Ni Queen of the Stone Age con “Villains” ni Steven Wilson con “To the Bone” (ambos de 2017), causaron tanto revuelo mediático con sus reconversiones y apuestas sonoras que miraban más al pop clásico que a los viejos estandartes del rock duro, aunque afortunadamente, la desazón no alcanzó a llegar a los ribetes ridículos como la declaración de guerra que algunos fans levantaron contra Chris Cornell luego del incomprendido "Scream" (2009) junto a Timbaland. Entonces volvemos al comienzo de esta discusión.
Es cierto que Pearl Jam se ha esforzado en construir una imagen de banda monumental y monocorde, con todas las contradicciones que efectivamente tienen como cualquier banda con treinta años de actividad, pero sería absolutamente injusto quedarse en la caricatura de un grupo que jamás se quitó la camisa de franela ni dejó de sonar como Neil Young y The Stooges. Hitos importantes en la carrera de los de Seattle han sido marcados justamente por la apuesta estética y expandir sus paletas compositivas. Ejemplo de esto es el fundamental “No Code” de 1996, cuando la banda por primera vez mira a un proto punk visceral y experimental, a la vez que se deja permear por el influjo del blues psicodélico de la costa oeste americana y el noise lisérgico de la escena neoyorkina. Un álbum que causó escepticismo y críticas negativas de los medios especializados, pero los dotó de coraje y espíritu suficiente para encestar su segundo gran clásico y de alcance transversal, el inmortal “Yield” de 1998.
En el 2000, empezando el siglo XXI y con un fundamental cambio de integrante (Jack Irons cedió su puesto en la batería al, hasta entonces, cesante Matt Cameron luego de la disolución de Soundgarden), Pearl Jam publica “Binaural”, otro disco que se encuentra entre lo más selecto de su catálogo y que modifica tanto su sonido como la intención compositiva de Vedder, con arreglos de guitarra más atomizados, incipiente permanencia de atmósferas sonoras que con el tiempo irán en aumento reemplazando la estridencia y un patrón rítmico que se transformará en el reloj del conjunto. Un álbum bisagra entre el grupo de grunge originario de Seattle y la banda que reconvierte su propuesta hacia canciones más sencillas, que a veces es acusado de flojos y poco exploratorio, pero que dio la identidad que los mantiene girando por veinte años desde entonces. Otros álbumes aplaudidos por los fans como “Riot Act” (2002) y el homónimo de 2006 se escinden del sonido “Binaural”.
La imagen romántica y portadora de los viejos valores del rock que la banda ha construido de sí misma, les ha valido de un sitial enbidiable dentro de su generación, a la vez que se convirtió en camisa de fuerza que impide ver con claridad las apuestas que han realizado. Tal vez el error estuvo en dejar de hacerlo durante tanto tiempo.
Gigaton
El 10 de enero del presente año se inició la estrategia de difusión de “Gigaton”, el undécimo disco de Pearl Jam. Tres publicaciones en sus redes sociales con un nuevo logo que simulaba un medidor de ondas electromagnéticas, un críptico símbolo basado en figuras blancas a medio andar entre siluetas de gotas y hojas y un mapa del mundo con el nuevo ícono esparcido en diversas ciudades (incluida Santiago), donde se ubicaron paneles enormes con la fotografía que luego sería utilizada como portada del disco, marcando una pauta visual nueva, poniendo fin al motivo estético usado hasta esa fecha y despertando la ansiedad y las teorías de la prensa y seguidores alrededor del mundo. Tres días más tarde, se hacía el anuncio de “Gigaton”.
El plan de promoción del álbum tuvo como su principal aliado las redes sociales, utilizándolas constantemente para adelantar rasgos esenciales del nuevo concepto. Allí explicaron que gigaton es la unidad que utiliza la comunidad científica para medir los gigantes iceberg de la Antártica y Groenlandia, que llegan a pesar lo equivalente a 100 millones de elefantes y que la imagen de la portada correspondía a la fotografía “Ice waterfall” del fotógrafo, cineasta y biólogo marino Paul Nicklen, que muestra un iceberg gigante con enormes cascadas de agua y que pareciese tener vida propia, en lo que puede ser representación simbólica de la crisis hídrica y la debacle ambiental que se aproxima tras el cambio climático. Al mismo tiempo, la banda hizo uso del dinamismo de la imagen, permitiendo a los seguidores escuchar ruidos ambientales y ver movilidad a través de las aplicaciones Facebook Lens e Instagram Lens, tal como ocurre en Spotify cuando se reproducen sus canciones.
La relación entre el concepto gráfico ambientalista y el nuevo álbum fue dilucidado por un comunicado de Stone Gossard, refiriéndose al trabajo creativo del nuevo trabajo como un proceso exigente, aunque enriquecedor, donde «la colaboración con mis compañeros de banda finalmente me dio un mayor amor, conciencia y conocimiento de la necesidad de la conexión humana en estos tiempos». Tiempos difíciles, sin duda. De esa cercanía en el modo de trabajo se desprende también el matiz estético que iría tomando el álbum, más exploratorio y vivaz. «Era emocionalmente oscuro y confuso a veces, pero también un mapa de ruta emocionante y experimental para la redención musical», afirmó el guitarrista.
La primera sorpresa para el público fue el sonido del single de adelanto ‘Dance of the clairvoyants’, del cual Jeff Ament dijo «fue una tormenta perfecta de experimentación y colaboración real. Hemos abierto nuevas puertas creativamente y eso es emocionante», en la misma línea de Gossard. Pero mucho más sorprendente fue la decisión de realizar tres videoclips para la misma canción, publicados con una semana de diferencia entre sí, presentados con el apelativo de Mach y dirigidos por Joel Edwards (en el caso de Mach I) y Ryan Cory (para Mach II y III). La segunda gran sorpresa fue la estrategia de presentación del siguiente sencillo, ‘Superblood wolfmoon’, que solo sería posible escuchar en exclusiva si descargabas una aplicación y apuntabas tu celular directamente a la Luna, en un formato de escucha multimedial inédita en la carrera de la banda. El tercer single, ‘Quick escape’, fue estrenado en la coyuntura de la publicación mundial del disco, programado para el 27 de marzo de 2020. Sin embargo, debido a la filtración del álbum en la web, resultó ser una sorpresa mucho menos mediática para prensa y seguidores.
Novedosa también fue la decisión de dejar la coproducción del disco en manos de Josh Evans, profesional con vasta trayectoria discográfica como técnico y asistente de grabación (fue miembro estable del equipo tras “King Animal” de Soundgarden del año 2012 y “Lightning Bolt” de Pearl Jam el 2013), pero cuya incursión en el mundo de la producción apenas está comenzando, al contrario del experimentado Brendan O'Brien, con quienes han trabajado en todas las producciones de la última década. El arranque de la carrera de Evans como productor está estrechamente vinculado a la biografía de la banda de Seattle, destacando en su catálogo el álbum “Heaven/Hell” de Jeff Ament y el single ‘Can’t deny me’, estrenada en vivo en su concierto en el Movistar Arena de 2018 pero descartada de la mezcla final de “Gigaton”.
Pearl Jam abre la tercera década del milenio como una banda que carga sobre si el rostro vivo de la mejor época del rock, aún sin pertenecer a ella. Un grupo clásico al que no le importa disipar dudas sobre cuán influyente ha sido, sino resguardar el nombre del fenómeno musical más relevante de la segunda mitad del siglo XX. Como un símbolo, pero también a través de su rasgo más primitivo: el sonido. Pese a todo, apuesta, abre puertas, explora y propone, perdiendo millas en el intento, contradiciendo su actuar en momentos, pero siempre ganando el lugar que decidió reclamar y asumir.
Tags
Ultimos Contenidos
Got Back: Paul McCartney inició su gira sudamericana
Miércoles, 02 de Octubre de 2024
U2 lanzará material inédito de su época ''How to Dismantle an Atomic Bomb''
Lunes, 30 de Septiembre de 2024
'Heroes': Duff McKagan versiona clásico de David Bowie
Lunes, 30 de Septiembre de 2024