Ozzy Osbourne No More Tears Sábado, 17 de Septiembre de 2022 1991. Epic Algunos artistas nacen con talento. Otros, nacen con suerte. Pero muchas veces, no son ni los unos ni los otros los que tienen éxito. Porque se requieren muchas características, además del talento o la suerte. Y una de ellas, es el hambre. Y Ozzy Osbourne, el llamado padre (o abuelo, vaya a saber uno) del metal, siempre lo ha tenido. Si no, no se explica cómo después de haber participado de tantos discos históricos, después de más de 20 años llenos de éxitos, hizo un disco como “No More Tears”, cuando nadie lo esperaba, y, honestamente, nadie se lo pedía. Ciertamente, la “necesidad” de Ozzy de renovar su sonido y su propuesta, y de presentarse como un rockero totalmente al día en 1991, radicaba solamente en volver a probarse a sí mismo, una vez más, que su nombre nunca pasa de moda. Tampoco perdamos la perspectiva, y convengamos que “No More Tears” fue el último gran trabajo de Ozzy, el único de sus discos de los últimos 20 años que puede postularse como un auténtico clásico. Ese es el consenso, al menos. Y yo apoyo. En “No More Tears”, no hay canciones malas. En “No More Tears”, hay más ideas que probablemente en todo el hard rock que llegó de los ochentas a los noventas y no supo renovarse. Pero, lo más importante de todo, en “No More Tears” aflora, tal vez en su punto más frágil, y mejor que nunca, “el verdadero Ozzy”, el que habla desde el corazón, muestra su sensibilidad, y no deja de ser un rockero de tomo y lomo. La sangre, la oscuridad y los malos siguen presentes, de cualquier forma. El depravado de la excelente ‘Mr. Tinkertrain’ es un ejemplo de ello. Tremendo track de apertura, lleno de energía, muy sucio, sensual, pero peligroso y violento. Un pedófilo en acción protagoniza la historia, con letras que hoy desatarían un escándalo (“¿no quieres un dulce, niñita? Acércate a mí, te mostraré un mundo completamente nuevo esta noche”), algo a lo que Ozzy en su momento no le temió. El tipo está acostumbrado a que le acusen de lo que sea, ¿no? El hard rock que adorna “No More Tears” es del mejor que Madman hizo en mucho tiempo, y un papel fundamental juegan los productores Duane Baron y John Purdell, quienes hacen que los temas suenen llenos de frescura y juventud. Zakk Wylde también hace lo suyo, con una guitarra con mucha personalidad, y firmando 11 temas que adornar el disco, lo que evidencia un nuevo aire compositivo para Osbourne. ‘Mr. Tinkertrain’ era parte de esos temas cabrones llenos de polenta. ‘I Don’t Want to Change the World’ también es un buen ejemplo de lo mismo. La diferencia, es que aquí Ozzy ya saca sus emociones y las expone (como lo hiciera tantas otras veces, es cierto, como en ‘Breaking all the Rules’ o ‘Flying High Again’). Aquí no lo haría con la claridad que lo hace en otras canciones, pero el mismo coro ya puede decirnos algo al respecto: “yo no quiero cambiar al mundo, no quiero que el mundo me cambie a mí”. La estructura de ‘I Don’t Want to Change the World’ es bastante inteligente, pues la guitarra de Wylde no hace excesivo ruido para que Ozzy diga lo suyo en las estrofas, para luego arremeter en el coro y, obviamente, en un solo de colección. Es un hard rock más moderno, y eso la hace distintiva y especial. Probablemente ‘Mama, I’m Coming Home’ sea, junto con ‘Perry Mason’, el último gran himno de la trayectoria de Ozzy. La guitarra acústica hace su presencia, como elemento clave, a la hora de entender la explosión que hay en la canción. Una balada que tiene su lugar en la historia bien ganado, con el bueno de Ozz declarándole su amor a Sharon, de manera tan bien lograda, que hace que se te paren los pelos. Para experimentar aquella sensación de manera aún más intensa, les sugiero escuchar ‘Mama, I’m Coming Home’ en su versión del “Live & Loud”, les sacará lágrimas a los más emocionales. No se ha dicho hasta ahora que el ex Sabbath tuvo un colaborador de lujo en la composición de parte del material que compone “No More Tears”: Nada menos que su amigo Lemmy Kilmister, amo y señor de Motorhead. Lemmy hizo sus aportes en los 2 temas que acabo de comentar, más ‘Hellraiser’ y la que respetando el orden del disco nos toca mencionar ahora, ‘Desire’. En simplísimo riff, con un bajo tremendamente grueso, parten por mostrarnos el lado más power de Ozzy en este disco, y aquí es donde uno se imagina una mayor influencia de Lemmy. Se combinaron estos elementos con una letra que muestra a Ozz más positivo que nunca en cuanto a su vida como una estrella de rock. Testimonial, como lo remarcamos antes. Y como broche de oro, Wylde adorna con uno de sus solos más adrenalínicos del disco, ayudado por el efecto de producción que lo hace sonar “por aquí y por allá” sobre final del mismo. Brutal. “No More Tears”, de cualquier forma, no sería la joya que es, si no fuese por el tema que le da el nombre. En mi gusto personal, es lo más cercano que puedo catalogar al gran Ozzy en este LP, y probablemente en sus años post-Sabbath, también. El amenazante bajo, la genial guitarra en la entrada, los teclados gruesos y casi sinfónicos, y un ritmo que no por llevar el freno de manos puesto le quita potencia a esta maravilla. Y ni habla de la voz del “Señor de la Oscuridad”, que se muestra en su mejor forma, al mismo tiempo que se viste nuevamente con otras ropas, y transmite las ideas que rondan por la cabeza de lo que podría ser un criminal de tomo y lomo, que están tan bien seleccionadas y presentadas, que otra vez uno queda perplejo. “Tu mamá te dijo que no debes hablar con extraños; mira en el espejo, ¿crees que tu vida está en peligro?”. Genial. Como lo es toda la canción, incluso en el quiebre en la mitad de la canción, con piano y teclados generando un ambiente casi fúnebre, para que Zakk rompa la calma con su guitarra sobrenatural una vez más. Para entender el poder de estos temas mencionados en el disco, se puede explicar con lo que ocurre con ‘S.I.N.’. Una muy buena canción, pero con un evidente ancla al pasado ochentero de Ozzy. Puede ser el punto bajo del disco, principalmente porque carece un poco de trascendencia. No se pierde el ritmo ochenteroporque llega ‘Hellraiser’, que sí retoma el aire a grandeza que abundaba en el álbum. La última de las colaboraciones con Lemmy, vuelve a la temática de ‘Desire’, de las bondades y las pasiones que despierta el ser una estrella de rock y estar sobre el escenario. Motorhead haría su propia versión de ‘Hellraiser’, agregándole pergaminos para convertirse en una especie de oda simbólica al oficio de rockstar. ‘Time After Time’ es una balada donde Wylde hace sentir sus influencias más americanas. Un tema en donde la frase “line after line” gana especial fuerza en este periodo de luminosidad de Ozzy. ‘Zombie Stomp’ tiene una onda que te infecta de una sola pasada, en parte gracias al bajo de Bob Daisley, y también a la muy jugada larga intro, que es como recargar las pilas para un coro bien de estadios. En ‘A.V.H.’, sentimos la mezcla de influencias de Osbourne, con un sentido melódico bien definido, con el empuje del hard rock y la crudeza propia de este disco. Otro buen album-track. La última de las composiciones aquí aparecida es otro de los momentos donde Ozzy se permitió descargar reflexiones y emociones de manera bastante emotiva. Parece una de esas cartas a corazón abierto, como lo han sido, en otros momentos de su carrera, ‘Gets me Through’ y ‘I Don’t Wanna Stop’. ‘Road to Nowhere’, otro de los puntos altos en “Live & Loud”, tiene de todo: bonito texto, un coro muy intenso, un solo de Zakk tremendamente fiero, y un final de antología, en que el bajo y el teclado golpetean simultáneamente, mientras el gran Randy Castillo conduce de alguna manera el bus a su última estación, en esta “ruta a ninguna parte”. Es cierto que “Ozzmosis”, del 95, tuvo en ‘Perry Mason’ a un single fenomenal, y es un álbum de un nivel más que aceptable. Pero siendo justos, “No More Tears”, y su consiguiente “Live & Loud” (lo remarco, porque es realmente fabuloso e imperdible) es quizás el último trabajo que ayudó a Ozzy Osbourne a engrandecer aún más su leyenda. De ahí en adelante, la fue adornando, o incluso explotando. Pero con esta obra maestra de 1991, se posicionó definitivamente como un artista de primera línea por 3 décadas seguidas, y les sacó más cuerpos de ventaja aún a la mayoría de sus contemporáneos de los ochentas, que llevaron el hard rock a convertirse en un boom, pero que en muchos casos no pudieron mantener la bandera a tope. Ozzy sí lo hizo, y sigue siendo admirado por ello. No te mueras nunca viejo. Juan Ignacio Cornejo K. Tags #Ozzy Osbourne # 1991 # Zakk Wylde # Heavy Metal # Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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