Swans

2023. Mute/ Young God Records

 

“Ahora me siento bastante optimista. Mi color favorito es el rosado. Espero que disfruten el álbum”, dice Michael Gira en el texto de promoción de “The Beggar”, de inmediato rompiendo la idea de que la música de Swans se relaciona, necesariamente, al negro, a lo oscuro y, al contrario, destacando el rosa, que no solo es un color asociado a lo femenino, sino que a la sangre, a la pasión y, por supuesto, al amor. El nuevo y decimosexto disco en estudio de la banda de un incansable Michael Gira -de actuales 69 años- se percibe como una continuación del más acústico y neo-folk “Leaving Meaning” de 2019, pero con elementos eléctricos, de intensidad rockera y estructurales, presentes en trabajos inmediatamente anteriores como “The Seer” (2012), “To Be Kind” (2014) y “The Glowing Man” (2016). 

 

Junto a una banda de antiguos y nuevos integrantes de la larga y diversa trayectoria de Swans, de su otro proyecto Angels Of Light y del invitado especial Ben Frost, Gira construye un disco solemne, sutil y de cuidados detalles, pero, al mismo tiempo, agresivo, vehemente y enigmático, en un paso más dentro de un catálogo que desafía cualquier clasificación estanca y unilateral. La apertura, con una canción de un folk contenido y flemático, que con el paso de los minutos muta a un mantra-drone como ‘The Parasite’, contrasta con la energía in crescendo de ‘Paradise Is Mine’, una pieza de ansiosa y sugerente melodía que va subiendo en intensidad y que se adorna con múltiples sonidos. ‘Los Angeles: City of Death’ es la típica pieza rockera de Swans: machacante y asertiva, mientras que ‘Michael Is Done’ es un art-rock más tenue y elaborado tanto en su melodía y armonías vocales, como en sus numerosas capas de sonidos. 

 

La impávida ‘Unforming’, una especie de ambient vocal de emoción contenida, se caracteriza por su cualidad ceremonial y sus sutiles arreglos de piano, guitarra y teclados, que finaliza con Gira cantando “Freedom, freedom, freedom for fear”. La pieza homónima tiene una melodía intrigante, que se desarrolla en una base de guitarra misteriosa y suave, que luego, aunque sube en potencia y revienta con unos gruñidos y sonoridad más fuerte, se mantiene impasible en su estado de ánimo. ‘No More Of This’ vuelve a la desnudez acústica. Una plegaria simple e intimista, pese a su final coral y majestuoso. Le siguen los 11 minutos de ‘Ebbing’, una pieza épica, con los ya clásicos cánticos de Gira adornados con instrumentación y voces triunfales pero que no caen en lo barroco. El último tema de la primera parte del disco, ‘Why Can’t I Have What I Want Any Time That I Want?’ es un lamento, una especie de rezo, con la voz barítona de Gira como protagonista. 

 

La segunda sección de “The Beggar” es otro álbum entero que, de hecho, viene como un segundo cedé y, en el caso del vinilo, en una tarjeta de descarga. ‘The Beggar Lover (Three)’ de casi 44 minutos es una obra compleja, difícil, obtusa: abre con un drone trágico, dramático, angustioso, para luego de unas vocalizaciones femeninas, transformarse en una pieza de percusión experimental que, aunque de otro mundo estilístico, recuerda suites de bandas del progresivo de los 70. En especial, ‘Ritual’ o ‘The Gates of Delirium” de Yes, una de las primeras bandas que, dentro del rock y sin complejos, se aventuró con estructuras expansivas y dinámicas. Así, la pieza evoluciona a dimensiones cada vez más apocalípticas y oscuras, para un inquietante viaje sin retorno a la mente musical de Gira. 

 

La letra está a la altura de la música. Un fragmento: “Lentamente, está tomando el control/ Y eventualmente seré completamente transformado/Difundido en la tierra o incinerado y vaporizado/ Está en la comida que como, en el aire que respiro/ Está en las personas que amo y me asustan/ Puedo ver una sombra negra brillando justo debajo de su piel/ A pesar de mi amor por ellos, no hay nada que pueda hacer/ Tampoco hay nada que puedan hacer por sí mismos (…)”, recita una voz femenina al principio de la insigne obra. Al final, ‘The Memorious’ es más propositiva y directa, cerrando más de dos horas de música intensa, vertiginosa, ardiente; música que reinventa el sentido y perpetra un golpe certero al nihilismo. 

 

Héctor Aravena A.